Por Francisco Portes B.- Miles de años atrás se creía que los árboles solo eran retenedores de carbono y emisores de oxigeno; pero eso quedó en el pretérito a partir de 1907, cuando Francis W. Bushong, profesor de química de la Universidad dd Kansas, informó de un novedoso hallazgo en la revista Chemical and Physical Papers. Él había descubierto metano, el ingrediente principal del gas natural, en un árbol.

Escribió que años antes había talado varios álamos y “obsevando la formación de burbujas en la savia sobre el tronco recién talado, el tocón y las astillas”. Cuando encendió una cerilla, el gas se inflamó con una llama azul .

En la Universidad,  repitió la prueba de la llama en álamo de campus y, esta vez, tomó muestras del gas. La concentración de metano era algo inferior al nivel medido en los yacimentos de gas natural de Kansas. Entonces se informó del hallazgo como una novedad, pero cayó en el ovido.

El metano de los árboles ha vuelto, y en grande, destacó el investigador

Una vasta red de invetigadores ha descubierto metano que fluye de los árboles  desde los vastos bosques  inundados en la cuenca del Amazonas, hasta las húmedas turberas Borneo, desde los bosques templados de las tierras altas de Maryland y Ungría hasta las laderas boscosas de las montañas de China.

Ahora la investigación se ve impulsada por algo más que una mera novedad; el metano tiene el segundo puresto de importancia tras el dióxido de carbono como emisión de gas de efecto invernadero, vinculado al calentamiento global.

Cuando el metano se acumula en la atmósfera ejerce un potente efecto de retención de calor sumado al efecto invernadero del planeta.

El impacto climático del metano total de los árboles no se acerca siquiera a las decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas cada año de las chimeneas y tubos de escape, o el metano de los grupos de vacas o los campos de gas natural. Pero hay suficiente incertidumbre en las estimaciones que fijan el “cupo global de metano” como para que los árboles acaben siendo una fuente considerable.

Según el investigador Kristofer Covey, científico del Skidmore College, experto en la química y ecología del bosque, se tratade una frontera nueva.

También ha destacado que las emisiones de un solo árbol son ínfimas, pero “hay muchos millones de árboles. A escala global podría ser gigantesco”.

Pero los árboles también producen metano mientras crecen. Así se recoge en las conclusiones de un estudio realizado por científicos de Alemania, Holanda y Reino Unido en el que se afirma que los árboles liberan anualmente entre 60 y 230 millones de toneladas de metano (en su mayoría en las zonas tropicales), y las hojas muertas, entre uno y siete millones, cantidades suficientes como para contribuir entre el 10 y el 40% a la emisión global de este gas.

Los expertos consideran que el metano tiene un potencial 21 veces mayor de afectar al calentamiento global que el dióxido de carbono, influye en la oxidación atmosférica y perjudica a la capa deozono estratosférico. Según Frank Keppler, director del trabajo, desde mediados del siglo XIX se ha triplicado la concentración de metano en la atmósfera debido principalmente a las fuentes biogénicas generadas por el hombre como el incremento en el cultivo de arroz y los rumiantes.

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