Santo Domingo, R.D.– La mirada oceánica de la República Dominicana necesita espejuelos y es por eso que Fuerza del Pueblo, a través de esta Secretaría de Medio Ambiente, insiste en advertencias y reclamos que se han hecho anteriormente.
Debemos cuidar nuestro mar y por eso fue que en 1997, en el primer gobierno del doctor Leonel Fernández, nuestro país se hizo signatario del “Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por Buques” (MARPOL), adoptado por la Organización Marítima Internacional (OMI) y diseñado para minimizar la contaminación del medio marino.
¿Cumple la República Dominicana sus deberes y derechos en relación con el convenio MARPOL para proteger lo que le corresponde del Mar Caribe? No lo sabemos porque el gobierno nada informa al respecto, pero a juzgar por la basura en playas y costas y por el miserable y casi invisible presupuesto asignado y ejecutado, podemos asegurar que el gobierno maneja pésimamente dicho tratado e incumple sus responsabilidades.
El titular de la mencionada secretaría, el Ing. Paíno Abreu Collado recordó que, como isla, estamos rodeados por el mar de las Antillas o mar Caribe (2.7 millones kms²), que es parte a su vez del océano Atlántico. Como país tenemos 1,288 kilómetros de costas y oficialmente 210 playas, 5 pequeñas islas adyacentes, 166 kilómetros de arrecifes de coral y 260 kms² de mangles; y por demás, jurisdicción territorial sobre aguas costeras y abiertas con una zona económica exclusiva que sobrepasa varias veces el territorio de los 48,442 kms² que conocemos como República Dominicana.
Estar rodeado de agua salada tiene múltiples y significativos beneficios. En nuestro caso los beneficios económicos son visibles por el turismo, el comercio marítimo y la pesca; por el lado de la seguridad alimentaria, si se aprovecha sosteniblemente (sin sobre explotación y respetando las vedas), el mar es una fuente continua de alimentos marinos de calidad por su alto valor proteico; como ecosistema, las aguas marinas albergan una gran biodiversidad, siendo los corales, praderas y manglares hábitats costeros cruciales para muchas especies; como defensa y seguridad el mar proporciona una barrera natural estratégica para nuestro país; en cuanto al clima y el medio ambiente, el mar es el regulador por excelencia, capturando la mayor parte del carbono emitido y contribuyendo a moderar las temperaturas. Así mismo, los arrecifes y los manglares actúan como barreras naturales contra las tormentas y la erosión costera.
En cuanto a recursos naturales, podrían existir minerales y recursos energéticos en el fondo marino, mientras que en la superficie todavía se estudia el potencial de desarrollo de las energías mareomotriz, solar y eólica.
Es un hecho que el mar influye incluso en la cultura e identidad isleña, siendo como sabemos fuente de inspiración y parte integral de la vida cotidiana y las tradiciones.
Aparte del desarrollo turístico de sol y playa, que desde el punto de vista económico ha sido exitoso para nuestro país, aunque falta realizar un adecuado análisis de sostenibilidad, en muchos otros aspectos el mayor potencial de aprovechamiento que tiene el ecosistema costero marino de la República Dominicana ha sido dejado a un lado y podemos decir con certeza que el dicho aquel de que: “vivimos de espaldas al mar”, se mantiene vigente a pesar de que 16 de nuestras provincias dependen en gran parte del mar.
El PRM, en su programa ambiental para el presente gobierno, que no ha cumplido ni siquiera en un 5 por ciento, e igualmente en el programa para el cuatrienio 2024-2028, todo lo que propone hacer puede ser resumido en la frase: “protección y gestión sostenible de los recursos naturales”, expresión que encierra conceptos ambientales riquísimos pero que dicho partido ha convertido en un cliché para salir del paso.
Fuerza del Pueblo está consciente de la necesidad que tenemos de redefinir con urgencia la manera en que nos relacionamos con los océanos, en especial con nuestro mar Caribe, y en tal sentido, estará reclamando la recuperación y protección de los bienes de dominio público, del libre acceso a las playas, del manejo integral de todo el ecosistema y la biodiversidad marina, incluyendo los arrecifes de coral, dunas, manglares y humedales, entre otras muchas acciones propuestas.