ANÉCDOTAS DEL BANCO AGRÍCOLA (5)
Por: Paino Abreu Collado
Santo Domingo, R.D.- El esquema de corrupción que encontré a mi llegada al Banco Agrícola en el año, 1996 y que revelé en la anécdota número dos con el título “Deuda con suplidores de insumos”, en realidad era una simple engañifa institucional comparada con otro caso que relato a continuación.
En su último período de gobierno, 1994-1996, el doctor Joaquín Balaguer había dispuesto un programa para llevar arroz barato a los sectores populares, colocando el producto a mitad de precio en los colmados barriales.
El esquema se montó a través del Banco Agrícola (Bagrícola), entidad que fue autorizada por la Presidencia de la República para que comprara a los molineros el saco de arroz blanco de 100 libras a 500 pesos y colocarlo a los colmaderos a 250 pesos; es decir, al 50 por ciento del valor real, de manera que la libra llegara a los consumidores a no más de tres pesos. Parecía una excelente iniciativa en favor de los más pobres y sin dudas lo fue en su concepción, pero en el camino surgieron los “vivos” que se aprovecharon de las brechas para esquilmar al Estado.
Siendo una sola institución la que compraba y vendía, es decir, actuando como juez y parte del “negocio” y sin ninguna de las fiscalizaciones que existen hoy en día, le fue muy fácil a ciertos funcionarios favorecerse del esquema estableciendo un mecanismo de compra y venta ficticio.
Literalmente, un camión lleno de sacos de arroz entraba con toda normalidad al parqueo interno de la sede central del Bagrícola en Santo Domingo, lo cual era visible, y su carga se registraba en el departamento correspondiente. De inmediato se emitía la orden de compra y, si el cereal provenía de un prestatario, su valor se acreditaba como pago a cuenta; los documentos de adquisición y de pago se emitían correctamente.
Por la misma puerta el camión con su carga salía del Banco con destino a los colmados participantes. Algunos de esos camiones efectivamente llegaban a su destino y eran adquiridos por los dueños de colmados para su venta al público; pero en otros casos -y ahí estaba la trampa- el camión prácticamente lo único que tenía que hacer era dar la vuelta a de manzana y volver a entrar al Banco, repitiéndose la operación con el mismo producto. Recompraban de nuevo el mismo arroz, una y otra vez.
Por supuesto, en el esquema de corrupción tenían que participar dueños de colmados, que supuestamente debían adquirir y pagar el cereal, recibiendo por detrás el reembolso, presuntamente con su comisión, del falso vendedor. El comentario a sotto voce que se escuchaba era que los colmados participantes eran en realidad una cadena de un solo dueño.
De tales hechos se estimó que la estafa alcanzó cerca de 300 millones de pesos, pudiéndose documentar efectivamente un monto de unos 100 millones, equivalente en ese entonces a 7.7 millones de dólares, aproximadamente, de acuerdo con la tasa de cambio vigente. Si ciertamente el engaño alcanzó los 300 millones de pesos como se estimó, entonces estamos hablando de más de 23 millones de dólares.
En los tiempos actuales, los robos al erario público con frecuencia sobrepasan los miles de millones de pesos, pero para ese entonces, año 1996, 100 millones constituían una estafa gigantesca en perjuicio del Estado y de los más pobres, a quienes estaba destinado ese arroz barato que nunca llegaba a su destino
Un expediente del caso fue entregado formalmente a la Procuraduría General de la República, y los responsables fueron sometidos a la justicia conforme a los procedimientos de la época. Luego escuché decir a algunos: “¿para qué perder el tiempo, si en este país la justicia no funciona ni para políticos ni para gente de cuello blanco?”.
Ciertamente así fue. El cabecilla huyó y desapareció por años. Posteriormente, en el 2003, durante el gobierno de Hipólito Mejía, reapareció públicamente blandiendo una sentencia, supuestamente de un juez, que dictó un “no ha lugar” en su favor. ¡Válgame Dios!
He cometido errores en mi vida política, pero el más grave, y del que más me arrepiento en relación con este caso, es el de no haber renunciado de inmediato al partido político al que pertenecía en ese entonces, cuando dicha organización, el Partido de la Liberación Dominicana, permitió el ingreso -incluso con roles de dirección- del sujeto responsable del mayor caso de corrupción conocido en el Banco Agrícola; probado y referido formalmente al sistema judicial, pero nunca, que se sepa, conocido en juicio público, oral y contradictorio.
![]()



