Por Francisco Portes B.- El Oro ganado por la atleta de alto rendicimiento de la República Dominicana, Mariliedy Peulino, vale más que el que se explota y se extrea de nuestras minas que sólo nos trae miseria, pérdidas humanas, deterio de nuestro Medio Ambiente, y en ocasiones, daños perpétuos.

El Oro de Marileidy es nuestro, se queda aquí, igual que ella, con la diferencia de que no daña las aguas de los ríos ni mata los animales, no divide la familia dominicana, no elimina la flora y la fauna, que al romperle su hábitat se ven compelidas a procesos migratios, teniendo que buscar otros refugios para una nueva vida, si es que logran la resiliencia.

Todos los dominicanos, sin importar de qué lado del mundo se encuentren, han recibido con júbilo y celebraciones la hazaña y proeza protagonizada por la mejor del mundo en su clase, en las olimpiadas celebradas en París 2024.

En ningún momento se apoderó de un solo dominicano la duda de que Marileidy era la gananadora de esa justa olímpica; empero, mucho menos ella, que confiaba en si misma y sus poderosos músculos que la respaldaban.

No hay que nacer rico para ser millonario; unicamente hay que emprender y tener fe en uno mismo, ella fue su propia impulsora, su mejor acicate, jamás se detuvo ante la precariedad ni el deseo de superar todos los escollos, rompió, desmoronó y pulverizó todas las barreras y desafíos que la naturaleza y la sociedad injusta como la nuestra le pusieron.

Su impetuosa voluntad fue más fornida y hercúlea que la masa de agua del mar impulsada por un inmisericorde y férreo Tsunami.

A nuestra velocista Marileidy Paulino, le cupola gloria tras su imposición frente a sus oponentes de ser primera mujer dominicana en obtener una medalla de oro en los 400 metros lisos en los Juegos Olímpicos,

Marileidy, FELICIDADES.

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