ANÉCDOTAS DEL BANCO AGRÍCOLA (3)

Por Paino Abreu Collado

Santo Domingo, R.D.- Históricamente, la mujer ha sido pisoteada por el hombre y todavía existen países y regiones donde su opinión no cuenta.  Porque la mujer fue hecha de una costilla del hombre este se ha creído en el derecho de poder llevarla debajo de su brazo, en vez de a su lado, como debe ser.  Es por eso que todavía se discuten temáticas de toda índole desde la perspectiva de género, con el objetivo de diseñar políticas favorables a la mujer.  Por ejemplo el No. 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), trata sobre la igualdad de género y de empoderar a las mujeres y las niñas.

Hace apenas unos días participé en un evento sobre los desafíos del agua en República Dominicana desde las Cátedras UNESCO en IGLOBAL donde tres portentosas mujeres, Ángela Guerrero de la UASD, Fátima Portorreal de INTEC y Olga Luciano, consultora, expusieron de manera magistral sobre agua, género y gobernanza.

 En nuestro país todavía se discute el derecho de las mujeres con relación a las tres causales del aborto con dos posiciones diametralmente opuestas entre quienes defienden que sean las mismas mujeres y los profesionales de salud quienes decidan y los que mantienen posturas contrarias basadas en convicciones religiosas como las iglesias o populistas como muchos partidos políticos.

No obstante, algunos avances tenemos. Las mujeres dominicanas consiguieron el derecho a sufragar en 1942, casi 100 años después de las primeras elecciones nacionales para escoger gobernantes. Se les permitió votar gracias a la lucha que por sus derechos civiles y políticos encabezó desde 1927 la educadora Abigail Mejía Soliére.  Ella no lo pudo saber porque murió meses antes, pero la Ley No. 3909 de diciembre de 1941 que reconoció el sufragio femenino, se aprobó y se promulgó como producto de los esfuerzos de esta gran luchadora. Las mujeres votaron por primera vez el 16 de mayo de 1942.  En homenaje a Abigail, una nieta de quien suscribe lleva su nombre.

En mi caso, al llegar al Banco Agrícola como Administrador General en 1996 encontré muchos temas que quise abordar para mejorar el rol de esa Institución en el desarrollo agropecuario.  La escasez de recursos y los obstáculos políticos y financieros que tuve que enfrentar me impidieron avanzar tan rápido como hubiera querido.  Aun así ya en febrero de 1997 estaba caminando la contratación de una firma de consultores para evaluar la entidad y diseñar una estrategia para la reforma y modernización del Banco.

No obstante, en asuntos que solo requerían decisiones administrativas y a lo sumo, aprobación del Directorio Ejecutivo, decidimos prontamente nuevos cursos de acción.   Uno de ellos fue el otorgamiento de crédito a la mujer rural.  Aunque parezca insólito, finalizando el siglo XX todavía el Banco Agrícola tenía prohibiciones explícitas que impedían aprobar créditos a mujeres sin la firma solidaria de un hombre.

Un convenio firmado el día 7 de marzo de 1997 por el Administrador General del Banco Agrícola y la Directora de la Dirección General de Promoción de la Mujer, que lo era en ese entonces la Licda. Flérida Nolasco, promovió la participación de la mujer en las actividades productivas agropecuarias vía financiamiento.

Ya para ese tiempo había una cierta experiencia en el país con el financiamiento informal de grupos de mujeres a través de la Asociación Dominicana para el Desarrollo de la Mujer (ADOPEM), institución sin fines de lucro pionera en el país ofreciendo microcréditos para promover el desarrollo de mujeres en la República Dominicana, rompiendo las barreras que históricamente enfrentaban para acceder a recursos financieros.

ADOPEM surgida en 1982 como entidad sin fines de lucro se convirtió en 2004 en el Banco de Ahorro y Crédito, S.A. ADOPEM, enfocado exitosamente con las PYMES en sectores y emprendedores de bajos ingresos.  Nos congratulamos de haber estado presente y conocido el proceso de avance y crecimiento de ADOPEM.

Otra entidad con la que llegamos a acuerdos de financiamiento y facilidades de espacio físico en las sucursales del Bagrícola fue Mujeres en Desarrollo (MUDE), ONG surgida en 1980 que por muchos años ha tenido a la Licda Rosa Rita Álvarez como su Directora Ejecutiva y que también acumulaba una buena experiencia crediticia con mujeres “agrupadas”, donde el grupo era solidario de los créditos individuales, de manera que si una de las mujeres fallaba el grupo se hacía cargo del compromiso.  De ADOPEM y de MUDE el Banco Agrícola aprendió que las mujeres eran mejores sujetos de crédito que los hombres a la hora de cumplir sus obligaciones.

El Bagrícola adquirió ese ”know how” de ADOPEM y de MUDE para aplicarlo en toda la amplitud y extensión del ámbito rural del país. Y así fue desde el mismo momento en que hicimos aprobar por el Directorio Ejecutivo una Resolución que eliminó para siempre la limitación de la mujer a la firma solidaria de un hombre para poder recibir financiamiento.  Y tuve la satisfacción de entregar personalmente a una mujer, la productora pecuaria María Eva Betances, el premio agropecuario Prof. Juan Bosch, del que hablaremos en una próxima entrega.

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