Por Lucero Mateo.- El proyecto Comunidades Caribeñas Resilientes (CCR) lleva adelante una labor integral en el Caribe, impulsando la Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) y promoviendo la equidad de género como pilares fundamentales en la construcción de resiliencia frente al cambio climático. Este enfoque se implementa en comunidades de República Dominicana, Haití y Cuba, donde el proyecto ha enfrentado desafíos importantes y ha encontrado oportunidades clave para fortalecer la inclusión de género en cada aspecto de sus actividades.

Este artículo se publica el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en un contexto en el que los roles de género tradicionales, la carga de trabajo no remunerado y la violencia de género se presentan como obstáculos significativos para la plena participación de las mujeres en el desarrollo sostenible de sus comunidades, además de aumentar su vulnerabilidad frente a los efectos adversos del cambio climático con respecto a los hombres. A través de un diagnóstico participativo y de talleres de sensibilización, el proyecto CCR ha identificado estas barreras y avanza hacia la construcción de un modelo de resiliencia que integre a todas las personas en igualdad de condiciones, reconociendo sus aportes y promoviendo un cambio estructural hacia una convivencia más equitativa.

Resultados del estudio de género: Desafíos y barreras persistentes

El estudio de género realizado en 2024 en comunidades de República Dominicana reveló realidades profundas sobre el acceso de las mujeres a oportunidades económicas, su representación en roles de liderazgo y las limitaciones impuestas por los roles de género tradicionales. El 76% de las personas  encuestadas cree que los hombres son mejores en la toma de decisiones, mientras que el 72% considera que las mujeres tienen mayor capacidad para el cuidado y la crianza de los hijos debido a su “instinto maternal”.  Estos resultados destacan las barreras culturales que limitan el acceso de las mujeres a decisiones y recursos productivos, lo que obstaculiza su plena participación en actividades comunitarias y económicas.

Además, el diagnóstico muestra que la carga de trabajo no remunerado recae mayoritariamente sobre las mujeres, quienes dedican cuatro veces más tiempo a tareas domésticas y de cuidado que los hombres. Esta situación no solo limita sus oportunidades de desarrollo personal y económico, sino que también refuerza su dependencia de los ingresos generados por sus parejas. En contextos de alta vulnerabilidad como estos, la falta de autonomía económica se convierte en un factor que perpetúa ciclos de pobreza y dificulta la prevención y denuncia de la violencia de género. De hecho, el 56% de las personas encuestadas confirmó la existencia de violencia de género en sus comunidades, incluyendo verbal, psicológica y física, y la ausencia de un acceso claro a canales de apoyo o protección​.

Hacia un futuro inclusivo: Oportunidades para la transformación social

Frente a estos desafíos, el proyecto CCR ha identificado varias oportunidades para promover un cambio estructural, mediante el impulso de las medidas AbE. Una de las estrategias más prometedoras ha sido la integración de las mujeres en actividades productivas que tradicionalmente han sido dominadas por hombres, como la restauración de suelos y la agroforestería. A través de estas actividades, las mujeres no solo desarrollan nuevas habilidades, sino que también comienzan a ocupar roles que desafían las normas de género tradicionales, lo que genera cambios significativos en las dinámicas familiares y comunitarias.

Otra oportunidad clave identificada es el fortalecimiento de la educación y sensibilización sobre género en todos los niveles del proyecto. A través de talleres y capacitaciones, el proyecto CCR está fomentando una reflexión comunitaria sobre los roles de género y la importancia de compartir las responsabilidades de cuidado y producción en igualdad de condiciones. La incorporación de metodologías participativas permite que hombres y mujeres reflexionen conjuntamente sobre sus roles y la necesidad de una cooperación más equitativa. Esto también fomenta una mayor aceptación y empoderamiento de las mujeres en roles de liderazgo comunitario, una meta esencial para que las políticas de adaptación y resiliencia incluyan la perspectiva y necesidades de ambos géneros.

Retos a largo plazo y compromiso del proyecto CCR

Aunque el proyecto CCR ha logrado avances significativos, el camino hacia la equidad de género en estas comunidades rurales es un proceso a largo plazo. La superación de los estereotipos y la reducción de la violencia de género requieren esfuerzos sostenidos y un compromiso continuo tanto del equipo técnico como de los líderes comunitarios. Uno de los mayores retos es garantizar que las mujeres tengan acceso real a recursos y oportunidades que les permitan alcanzar una autonomía económica y una participación equitativa en la toma de decisiones.

La integración de indicadores de género y la asignación de recursos específicos para monitorear la reducción de la brecha de género dentro del proyecto son pasos fundamentales para evaluar y ajustar las estrategias en función de los resultados obtenidos. Además, el CCR sigue promoviendo espacios de diálogo y colaboración con otras organizaciones locales e internacionales para fortalecer la sensibilización sobre la importancia de un enfoque inclusivo y equitativo.

Un llamado a la acción en el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer

En este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el proyecto CCR reafirma su compromiso con la creación de comunidades caribeñas resilientes, conviviendo bajo condiciones inclusivas y justo para todas las personas. Es esencial que trabajemos conjuntamente para superar las barreras que enfrentan las mujeres, las niñas y otros grupos discriminados por su identidad de género u orientación sexual y promovamos un cambio cultural en el que la equidad y la inclusión sean la base de nuestras comunidades. Los avances logrados hasta ahora nos muestran que el cambio es posible y que, al empoderar a las mujeres y reconocer sus aportes, estamos fortaleciendo la resiliencia de toda la comunidad frente a los desafíos actuales y futuros.

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